Todos tenemos hermanos de sangre. Absolutamente todos. Incluso aquellos quienes no tienen hermanos.
Hermano, hermana, contigo comparto mis penas, mis alegrías, mis secretos y batallas, en ti vuelco mi confianza y mis miedos. Contigo mis expectativas crecen y llegan a proporciones impensables, tus palabras son como gotas de lluvia para la flor, como cura para la herida, simplemente recofortables, cálidas y de gran fuerza y poderío para aquellos a quienes sus oídos acarician.
A ti, mi hermana de sangre, te dedico un espacio infinito y eterno de mí.
Desde hoy hasta el fin del mundo…Nosotros seremos recordados…Nosotros, hermanos de sangreEnrique V
William Shakespeare
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